Autor: Sergio Martín del Campo.
Rosales reitera su fervor por ser torero y corta un auricular a su segundo.
Teniendo casi tres cuartos de aforo cubierto, la finca vieja llamada plaza de toros San Marcos fue espacio en el que se desahogó la sexta novillada de la serie que hace aperitivo a la feria abrileña.
Del encierro se encargó la finca de Rosas Viejas, propiedad de don Fernando Topete quien desembarcó seis novillos de buena presencia, variados en lámina y de los cuales destacaron los soltados en segundo, tercero y sexto lugares.
La tercia apalabrada para tal tarde fue hecha con el poblano Juan Pedro Moreno, palmas y silencio, el lusitano Joaquim Ribeiro “El Cuqui”, quien debutó con caballos, oreja y oreja, y Efrén Rosales, que repitió tras su brillante actuación del anterior domingo, al tercio tras aviso y oreja.
Con deseos fervientes le dio la acogida al primer bovino Juan Pedro Moreno, un Rosas Viejas de mal estilo, rédito de la humildad de su fuerza y al que desgranó notorio partido poniendo de fórmula el aguante, el riesgo y el temple, pero al que pinchó antes de ejecutar media estocada. Ante el cuarto, un tresañero lleno de crucigramas, se sintetizó en solvencia; bien colocado en todo instante y sitiando la muleta en el espacio correcto, acabó por adjudicarse cabalmente la partida. Aunque el espadazo fue delantero se dio al ejecutarlo. Mucho mérito tuvo lo que hizo.
Con el mismo fervor de los deseos y con mayor asentamiento Efrén Rosales voló su capa en afarolados de hinojos, lances amplios y llenos de aguante a pies juntos y en un ramo de gaoneras; todo ello poniéndose en el centro del toreo, sitio en el que clavó su aposento sobre el episodio muletero dentro del que lenta, melosa y templadamente deletreó los pases, visión ondulatoria que emergió de su tronco corporal inamovible. Aquello quedó desairado, lamentablemente, con sus fallas al matar señalando un pinchazo, media delantera y seis descabellos.
El quinto arreó con poder y desordenadamente; el joven hidrocálido ante eso, absorbió el obstáculo más con el afán y la quietud que con facultades oficiosas; hubo entrega, virtud a la que puso la cúpula de una estocada tendida.
Con modos espectaculares y marcando soberanamente la suerte, Joaquim Ribeiro a porta gayola saludó al segundo; aparecieron largas de hinojos, lances y chicuelinas. Ya ardiendo el anillo, detonó con tres pares de banderillas que incorporaron a los clientes. Con la sarga rubricó su mensaje de que es un joven muy enterado de la distancia, el temple y en sí el oficio de la lidia, ganándole la partida a un bovino de casta seca que nunca dispensó nada y al que despenó de una estocada caída.
Lanceó amplia, bella y estupendamente al de cierra-plaza. Variado en el segundo tercio perdió algo el sitio que el buen novillo reclamaba. Embestidas extensas, claras y de mucha clase las hubo, sin embargo el lusitano que expelió excelentes pases por ambos lados no alcanzó a cuajar la faena ligada y total y a la que bajó el telón con una estocada delantera.
Teniendo casi tres cuartos de aforo cubierto, la finca vieja llamada plaza de toros San Marcos fue espacio en el que se desahogó la sexta novillada de la serie que hace aperitivo a la feria abrileña.
Del encierro se encargó la finca de Rosas Viejas, propiedad de don Fernando Topete quien desembarcó seis novillos de buena presencia, variados en lámina y de los cuales destacaron los soltados en segundo, tercero y sexto lugares.
La tercia apalabrada para tal tarde fue hecha con el poblano Juan Pedro Moreno, palmas y silencio, el lusitano Joaquim Ribeiro “El Cuqui”, quien debutó con caballos, oreja y oreja, y Efrén Rosales, que repitió tras su brillante actuación del anterior domingo, al tercio tras aviso y oreja.
Con deseos fervientes le dio la acogida al primer bovino Juan Pedro Moreno, un Rosas Viejas de mal estilo, rédito de la humildad de su fuerza y al que desgranó notorio partido poniendo de fórmula el aguante, el riesgo y el temple, pero al que pinchó antes de ejecutar media estocada. Ante el cuarto, un tresañero lleno de crucigramas, se sintetizó en solvencia; bien colocado en todo instante y sitiando la muleta en el espacio correcto, acabó por adjudicarse cabalmente la partida. Aunque el espadazo fue delantero se dio al ejecutarlo. Mucho mérito tuvo lo que hizo.
Con el mismo fervor de los deseos y con mayor asentamiento Efrén Rosales voló su capa en afarolados de hinojos, lances amplios y llenos de aguante a pies juntos y en un ramo de gaoneras; todo ello poniéndose en el centro del toreo, sitio en el que clavó su aposento sobre el episodio muletero dentro del que lenta, melosa y templadamente deletreó los pases, visión ondulatoria que emergió de su tronco corporal inamovible. Aquello quedó desairado, lamentablemente, con sus fallas al matar señalando un pinchazo, media delantera y seis descabellos.
El quinto arreó con poder y desordenadamente; el joven hidrocálido ante eso, absorbió el obstáculo más con el afán y la quietud que con facultades oficiosas; hubo entrega, virtud a la que puso la cúpula de una estocada tendida.
Con modos espectaculares y marcando soberanamente la suerte, Joaquim Ribeiro a porta gayola saludó al segundo; aparecieron largas de hinojos, lances y chicuelinas. Ya ardiendo el anillo, detonó con tres pares de banderillas que incorporaron a los clientes. Con la sarga rubricó su mensaje de que es un joven muy enterado de la distancia, el temple y en sí el oficio de la lidia, ganándole la partida a un bovino de casta seca que nunca dispensó nada y al que despenó de una estocada caída.
Lanceó amplia, bella y estupendamente al de cierra-plaza. Variado en el segundo tercio perdió algo el sitio que el buen novillo reclamaba. Embestidas extensas, claras y de mucha clase las hubo, sin embargo el lusitano que expelió excelentes pases por ambos lados no alcanzó a cuajar la faena ligada y total y a la que bajó el telón con una estocada delantera.
Fonte: http://www.noticierotaurino.com.mx/notas.php?IDNOTA=4235
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